HÉCTOR Y TITO FT. DON OMAR, GLORY – BAILA MORENA [COMENTARIO DE TEXTO]

Por ECR

No muchos artistas pueden jactarse del maravilloso hecho de marcar toda una generación (para bien o para mal). Si bien es cierto que desde este humilde portal nos sentimos abrumados por comentar semejantes obras, es nuestro deber brindar a nuestros lectores comentarios de poemas de excelsa calidad, analizados con esmero y buena intención. Este es el caso de Baila Morena, fechado en 2005, pertenece a la denominada generación del 2004, iniciada por Daddy Yankee con su mítica composición La Gasolina, una composición a la que esta obra nada tiene que envidiar. El cuarteto creador de esta obra maestra no es otro que el de Héctor «el Father» (Héctor Luis Delgado Román), uno de los padres del reggaeton junto con su inseparable Efraín David Fines Nevares, conocido por todos como Tito «el Bambino», herederos del reggaeton arcaico, cuando, cual reyezuelos medievales, estos maestros necesitaban un apodo que los distinguiese. Pero esta composición no sería la misma sin las figuras de Willam Omar Landrón Rivera, Don Omar, «El Rey» (del reggaeton, claro está) y Glorimar Montalvo Castro o Glory, corista puertorriqueña que todos recordarán por su mítica colaboración con Daddy Yankee en la antes mencionada La Gasolina, en la que contribuía a la historia de la poesía con la inmortal exhortación «Dame más gasolina». Terminada esta introducción, procedamos con el análisis.

TITO EL BAMBINO

«Ya tu mirada con la mía están saciándose. 

Tu piel rozando con mi piel y sofocándose. 

Y en la noche me imagino devorándote. 

Atrapándote, provocándote.»

A simple vista, esta estrofa, aunque mítica, no entraña nada inusitado pues la temática es tópica: la atracción que sienten los poetas por su musa, su «morena». Con marcados paralelismos de versos acabados en sendos verbos reflexivos, «el Bambino» consigue apropiarse de una musicalidad que no todos consiguen, si bien no es una rareza dentro del género. El acercamiento de la pareja genera una combustión y el deseo lleva a la imaginación del poeta hasta los deseos más bajos. Pero no es por esto por lo que destacamos la estrofa sino por su estructura en sí. Los tres primeros versos, a sílabas contadas, conforman un trío de versos de arte mayor, concretamente tridecasílabos, de 13 silabas, o mejor dicho, casi alejandrinos, pues al acabar en palabra esdrújula, sus versos contarían 14-1 exactamente. Apenas se frecuenta este tipo de métricas, que por su rareza simbolizan un afán de buscar nuevas formas de arte, rebelándose contra lo establecido. Pero la elección del número 13 podría dar lugar a teorías mucho más interesantes y dada la repetida aparición en versos posteriores parece como si los autores hubieran hecho un pacto con el diablo para garantizar el éxito de la canción. ¿Estamos entonces ante una canción de reggaeton satánica? No podemos saberlo con certeza, pero los intentos de Héctor «el Father» de renegar de su etapa reggaetonera y acercarse a la música cristiana pueden sugerir un atisbo de arrepentimiento de una época más oscura, un profundo temor de Dios y un anhelo de llegar al cielo. ¿Aquelarres de binblineo? Solo podemos ofrecer conjeturas.

Aparte de todo esto, Tito trata a su amada como un manjar, como una mujer comestible (mulier comestibilis). Pero esta vez no se trata de una tostada de pan de centeno, sino más bien de una lubina, un exquisito manjar que ha de ser primero atraído con un cebo («provocándote») para poder así ser pescada («atrapándote»).

HÉCTOR Y TITO

«Baila morena, baila morena. 
Perreo pa’ los nenes, perreo pa’ las nenas. 
Baila morena, baila morena.
(Dale morena, vámonos afuegote!) «

El archiconocido estribillo de la composición, repetido dos veces, presenta el título de Baila Morena. Asimismo, en el segundo verso hace un guiño al lenguaje inclusivo al afirmar que el perreo no está restringido a los hombres, desmintiendo así totalmente la falsa creencia de que el reggaeton es machista. Por último, otro mítico verso de tan legendario estribillo «Dale morena, vámonos afuegote», siendo esta, además, su variante en modalidad exhortativa.

Primero es necesario aclarar el significado del vocablo «afuegote», una palabra de formada por el prefijo a- (indicando dirección, «QUO») la palabra fuego (del latín focus) y el sufijo -ote que tiene un matiz aumentativo en este contexto. Esto literalmente se traduce como «hacia un gran fuego» pero en el argot del reggaeton puertorriqueño viene a designar divertirse en gran medida, tener un momento de éxtasis, generalmente en ambientes festivos y por descontado que no se excluye tinte lascivo alguno de la semántica de esta palabra. Así pues los artistas instan a su «morena» a irse afuegote con ellos, bien sea en la pista, en la cama o en misa, donde los éxtasis propiamente dichos son más comunes.

HÉCTOR «EL FATHER»

«Morena, dale con tu técnica que yo tengo tu táctica. 
Dale Boster, aceita las automáticas. 
Yo soy tu gangster, mami, tú eres mi lunática. 
Dale morena, que tú eres mi psicótica .»

Aquí comienza el «meollo» de la composición. He de puntualizar que estos versos son únicos y este despliegue de arte no es común dentro del género, por lo que les recomiendo que aprovechen esta ocasión para apreciarlos.

Héctor insta a su morena a darle con su técnica, (asumimos, en el bello arte del perreo) que él tiene su táctica, es decir, que han perreado tantas veces juntos que ya conoce bien todas las combinaciones de movimiento de glúteos posibles, o bien que la «morena» no es muy hábil en este baile nocturno y no es muy difícil pillarle el ritmo. No obstante, este verso como enunciado lógico no tiene mucho sentido, pues las palabras técnica y táctica son sinónimos en este contexto, es como si la musa dijera «Dale moreno con tu plátano que yo tengo tu banana». Pero no se alarmen, la falta aparente de coherencia se hace adrede para crear una armonía de sonidos, una aliteración. Esto debe enlazarse con el verso siguiente: «Dale Boster, aceita las automáticas». «Boster», para variar, hace referencia al jefe de un punto de venta de drogas o a un asesino a sueldo, más bien lo segundo, ya que es animado por el poeta a «aceitar las automáticas» y no precisamente las puertas de un Bershka. Así pues en toda la estrofa se reiterará la oclusiva dental «t» (tatata), que recuerda al sonido de una pistola automática al disparar repetidamente.

Pero, ¿qué tiene que ver una noche de perreo con un tiroteo? Aparte de ser los bajos fondos de una gran ciudad el idilio, el «locus amoenus» de todo reggaetonero, en este género, el hablar de tiroteos, asesinatos, drogadicción, etc. se usa como aumentativo, para intensificar los sentimientos para con su musa y su propia masculinidad. Así se indentifica como «gangster» (de las buenas métricas) y tilda a su desvalida amada de «lunática» o «psicótica», vamos, que no solo no sabe perrear, sino que está como una regadera y se junta con delincuentes. Precioso.

«Morena, ya no escucho tu signos vitales. 
Pa’ que fronteastes con los anormales. 
Estas buscando que el moreno te acorrale. 
Y ya tú sabes (Dale, Don,¡dale!) «

De forma alarmante aunque no sorprendente, la amada ha dejado de dar señales de vida: bien de forma literal, es decir, ha fallecido, bien por sobredosis, tras un tiroteo o por algún accidente grave en la tarima, o bien que ya no va al polígono a consumir sustancias estupefacientes y menear el pompis. A pesar de la conjetura, se nos ofrece la causa de sus males «ha fronteado con los anormales», cosa que le es reprochada. Para comprender este verso es necesario conocer aún más vocabulario del argot: «fronteastes» del verbo «frontear», 2ª persona del pretérito perfecto simple de indicativo, voz activa, primera conjugación. Esto, ignorando la terrible falta de expresión en el uso de la segunda persona, significaría que la «morena» ha estado ufanándose, vanagloriándose, en el caminar con los «anormales», que no hace referencia a ninguna víctima de trastornos psicológicos sino que es un sinónimo de los grandes genios de la generación del 2004, que tomaron parte en el poemario «Los anormales» (2004) una recopilación de grandes obras bajo el mecenazgo del propio Héctor «el Father» como Gata Michu Michu, Machete o Tu cuerpo me está tentando. De no pronunciarse en tono sarcástico resultaría en una contradicción, pero el poeta se enorgullece de haber provocado alguna desgracia a su amada con su influencia, saliendo a frontear todos juntos en armonía.

Acto seguido, podríamos deducir que la venus está provocando al poeta. Desconocemos el sentido exacto que «acorralar» puede tener en este contexto, ¿un ajuste de cuentas? ¿ o algo más explícito? Eso solo lo sabe la musa. Hemos de remarcar la intervención entre paréntesis de Dor Omar en el último verso, breve y concisa. Su arte no precisa comentarios.

HÉCTOR «EL FATHER», DON OMAR, GLORY

«Dale morena, tira un pie al bote. 
(Dale moreno, que nos fuimos afuegote!) 
Que mucho roncan estos soplapotes.
(Dale, bambino, dale afuegote!) 
Dale morena, que’l sudor se te note. 
(Dale moreno, que nos fuimos afuegote!) 
(Boster, al que se guille de Cocorote!) 
(A donde lo pillemos nos vamos afuegote!)»

En su enésima exhortación a la pobre amada, encontramos una expresión rara: «tirar un pie al bote» y no, no tiene más vuelta de hoja, se pide que la amada le pegue una patada a una botella, simple y llanamente, al más puro estilo de borracha. Pasando un poco por alto la exclamación de Glory al reiterar su predisposición al éxtasis nocturno, que ya ha aparecido con anterioridad, iremos al segundo verso en el que el poeta se queja de los ronquidos (complejo de superioridad infundado) de los soplapotes, una palabra formada por parasíntesis entre el verbo soplar y «pote», miembro viril masculino, vulgarmente hablando, unos «soplapollas», necios, vendidos, y por supesto, enemistados con el poeta. Esto es un rasgo de «tiraera» una variante de la temática del reggaeton, el artista está insultando a una persona real, discretamente, una persona con la que se encontraba enemistada en el momento de componer esta obra de arte. Identificarla supondría demasiado estudio del contexto histórico para este comentario que ya se alarga demasiado.

Destaca, en última instancia, la intervención del Rey del Reggaeton, Don Omar, en la que se hace referencia al odiado personaje, que frontea y podría venir de la localidad venezolana de Cocorote, amenazando en consecuencia con llevarlo «afuegote» si lo encuentra. Aquí juega con el sentido de la repetidísima palabra, que en este contexto viene a decir que el enemistado sufrirá duramente en caso de cruzarse en el camino de estos dealers del verso.

GLORY

«Dale moreno, dale moreno, 
dale moreno, no pares moreno,
dale moreno, dale moreno, 
dale moreno, que nos fuimos afuegote.»

No añadiré más a este diccionario del reggaeton, esta obra mítica que utiliza la lengua española en toda su expresión, pues no puedo pretender que asimilen toda la grandeza de estos versos de golpe en este comentario cuando su propia redacción me ha llevado varios días de comprensión y estudio. Les dejo pues que contemplen los armoniosos y sugerentes versos de Glory cuya voz se alza por encima de mis palabras.

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